Tiempo de Reencuentros

Porque el mundo es un pañuelo, y a veces necesitamos que la vida nos lo demuestre. Y fue en Camboya donde nos demostró lo fácil que es reencontrarse con seres queridos del camino.«[…]El viajar es un placer, que nos suele suceder[…]» dice la canción que incontables veces canté mientras viajaba con mi familia, durante mi niñez. Viajar te regala ver paisajes nuevos y te los regala en distintos momentos del año, del día, y de la vida del viajante. También te regala conocer nuevas culturas, formas de vivir, formas de existir, nuevas comidas, y nuevas personas, de aquí y de allá, haciendo que la mente y el alma no paren de crecer y nutrirse de incontables cosas.
Lo que uno nunca espera, son las cosas que hacen que viajar sea tan especial y no querramos dejar de hacerlo.

En Nueva Zelanda conocimos mucha gente, pero como en la vida misma, uno tiene como un ránking de preferencia con las personas que se cruza. Con unos se comparte más, y con el resto, no tanto. Y de ésas personas con quienes compartimos un montón en ése gran viaje fueron Remi y Orianne, una pareja de franceses, que no nos cansamos de disfrutar de su compañía, a tal punto que nuestros reencuentros en las islas kiwis llegan al increíble número de 4 veces en un año. Pero la vida, no contenta con ése número, nos regaló el último encuentro unas semanas antes de que ellos dejaran éstos lados del mundo para volver al viejo continente.

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Nos reencontramos en Kampot, un pueblo en la costa de Camboya. Disfrutamos de 4 días intensos de actividades. Junto con otra pareja viajera que se sumó, nos alquilamos unas motitos y salimos a la ruta, el primer día hasta un lugar que se llama Climbodia («climb» significa escalada en inglés y se lee como «claim». Juego de palabras), al día siguiente con Remi y Orianne nos fuimos a una plantación de pimienta (se dice que la pimienta de Kampot es muy reconocida en el mundo) y volvimos a escalar otro poquito con Romanito y Audrey. Y como frutilla del postre, el último día nos alquilamos unos kayaks y nos fuimos a navegar por los meandros del río, y al regreso nos detuvimos a disfrutar del atardecer que Kampot nos regaló.

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Al día siguiente nuestros caminos se volvían a bifurcar, había llegado la hora de la despedida real, sabiendo que cada uno de nosotros desea ir a visitar a los otros a su propio país, pero sabiendo que la vida a veces nos da vuelta los planes que alguna vez hicimos.

Nuestro viaje siguió el camino hasta el puerto más cercano donde nos tomamos un ferry-taxi hasta la hermosa isla de Koh Rong, donde nos encontraríamos con nuestros amigos de Wanaka, Berna y Chapu, con quienes sabíamos que nos ibamos a encontrar pero como somos unos locos bárbaros, llegamos un día antes del propuesto para darles una sorpresa. Qué lindo es reencontrase con amigos con los que uno se siente tan cómodo, que los silencios no son nunca una incomodidad. Como buenos baqueanos de la zona (estuvieron unos días más que nosotros en la isla) nos mostraron algunas playas hermosas en las que nos tiramos a absorver el sol y la sal de la arena, como lagartos.

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En ésos días nos encontramos con Karim. Karim es un amigo de viaje. Lo conocimos cuando viajabamos por Bolivia hace 4 años, y compartimos con él un mes de viaje. Él es Español, y gracias a la vuelta de la vida, estando en Kampot le preguntamos si estaba por Tailandia porque habíamos visto fotos suyas de por ahí -que él había venido a ése país hacía un tiempo, y le preguntamos casi sin esperanza de poder encontrarlo- Respondió que no estaba en Tailandia, si no que estaba en Koh Rong trabajando de instructor de buceo.
Y así fue que al segundo día de estar en la isla lo encontramos. Es algo increíble vivir un reencuentro tan poco planeado pero que valió la pena cada segundo. Como si el tiempo no hubiese pasado, como si hubiésemos estado en contacto permanente desde aquél viaje por Bolivia, con Karim vimos lo increíbles que pueden ser las amistades que nacen en pleno viaje.
Como ya veníamos con el plan de hacer el curso de buceo, vimos la posibilidad de hacerlo con un amigo y no la descartamos ni un segundo, así fue que Karim terminó siendo nuestro instructor, y su nombre quedará grabado en nuestro carnet de Buceo.

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En Koh Rong habíamos pensado quedarnos 3/4 días.. Pero terminamos quedándonos unos 20 días. Una isla chiquita, tranquila, con fiesta por las noches -si querías- y con lindas playas para caminar y disfrutar. Por estar todo este tiempo en la isla poco vimos de Camboya, pero vivimos la tranquilidad de la isla, el estar 24horas en pantalones cortos y remera, el no usar ni ojotas ni sandalias por 20 días, ir conociendo caras y que las caras te reconozcan, hacernos amiguitos de los perros de la isla, y de su gente, obviamente!

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Esperemos que la vida y el viajar nos permita seguir reencontrándonos con gente que el camino nos ha dado la alegría de conocer.

2 comentarios en “Tiempo de Reencuentros

  1. Jajaja sin haber leído tu post, empecé mi respuesta a tu mail con la misma canción! O sea: estamos viejas! jajajaja!

    Gracias por compartir ! Las fotos están fantásticas! Y sí, viajar es un placer! A disfrutarlo con los 6 sentidos! 😀 MUA! Te quiero!

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    1. Jaja si! me di cuenta que empezaba de la misma manera! y si, aunque no querramos el tiempo pasa y no nos quita años! pero nos da experiencia! 🙂 ojalá la vida me lleve a tocarte la puerta en Norway! Mil besos!
      y gracias por tu hermoso mail!

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